Por ayudar a los hombres
nadie ha empobrecido.
Quien cae en la miseria
es por el derroche o la dilapidación.
La generosidad del que siembra el bien
se ve recompensada.
Y es que Dios ama al que da alegremente.
El corazón generoso no se arruina.
El hombre dadivoso
ve florecer su liberalidad.
Da, colabora, participa, comparte
y verás remecida tu fortuna.
O al menos da de lo que te sobra
que es más de lo que tu apego te hace ver.