Como cada año la Iglesia celebra la festividad del Corpus Christi y las calles se llenan de niños de primera comunión que participan alegres en la procesión de esta fiesta. El Padre Gago definía el Corpus Christi como «Fantástico prodigio y amoroso invento».
Cuántas veces celebró con profunda veneración la Eucaristía, con la mirada limpia y adoradora fija en el cuerpo de Cristo, que ensalzaba con sus manos con la delicadeza de quien sostiene un tesoro.
Y así, oraba al Padre:
«Señor Jesús, nos has dicho con insistencia cargante: “Si no coméis la carne del hijo del hombre y no bebéis su sangre, repetías, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna”. Insististe una vez y otra vez para que nadie dude de que eso es así.
Tendréis sobre la mesa mi cuerpo, en comida y bebida, que os dará la salud, la vida, la energía para vencer el mal, para fortalecer la fe, para que compartáis con los pobres, por el amor de Dios, vuestros bienes y sus angustias.
Este pan y este vino inagotables en los que estás encarnado están aquí, al alcance de la mano y de la fe. Te alabo y te agradezco, Cristo Jesús, el pan de tu carne resucitada y resucitadora».
(De su libro “Gracias, la última palabra”)
Señor y Padre nuestro, que por intercesión del Padre Gago se acerquen a comer tu Cuerpo y beber tu Sangre quienes están alejados de ti. Amén.