
Un reputado periodista despachaba a diario las cartas que llegaban a su redacción de decenas de oyentes que acudían a la estrella mediática con la esperanza de ver resueltos sus problemas. Cuando su secretaria le leyó una en la que un matrimonio solicitaba su ayuda por haber perdido su hogar tras una trágica situación, aquel locutor la liquidó con un «Esa pásasela a Gago».
Aquella secretaria no volvería a saber del asunto, hasta que meses más tarde un matrimonio de Palencia acudió a la madrileña sede de la Cadena COPE preguntando por el afamado locutor. Querían agradecerle sus gestiones, gracias a las que el Ayuntamiento de Palencia les asignó, de manera gratuita, una vivienda social.
Así, se hizo cierta la consigna evangélica: “Que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha.” (Mt 6, 3)