El Padre Gago eligió servir al Señor en libertad y tener a Dios como única verdad en su vida.
Nunca quiso vivir en la mentira ni poner su confianza en las riquezas de este mundo. Por eso hizo suya la oración del libro los Proverbios (Prov. 30: 7-9) que nos dejó reflejada en una de sus Miniaturas:
«Dos cosas te pido, Dios de la vida,
no me las niegues antes de que yo muera:
aleja de mí la falsedad у la mentira,
no me des pobreza ni riqueza.
Concédeme el pan de cada día
no sea que, saciado, reniegue de Ti
y diga: ¿qué me importa a mí Dios?,
o que, por mi pobreza, blasfeme de tu nombre.
Dame lo justo para una vida digna
у un corazón abierto al que me necesite».
(“Miniaturas 082”)
Así, como en el Padrenuestro, el Padre Gago solo pidió al Señor «el pan de cada día». Y quienes le conocieron dan fe de que jamás dijo «¿qué me importa a mí Dios?», sino que vivió dando testimonio de que sólo Dios basta para recorrer el camino de la vida.
Señor, que a ejemplo del Padre Gago, hagamos nuestras sus palabras:
«Dame lo justo para una vida digna
у un corazón abierto al que me necesite».