El personal del hospital que cuidó al Padre Gago en la fase terminal de su vida decía que era muy buen paciente por su amabilidad y agradecimiento y porque no se quejaba a pesar de sus grandes dolores. Él respondía: “Sois vosotros los que me tratáis muy bien. Y si aceptamos lo bueno de la vida, también debemos aceptar el dolor. Lo bueno y lo malo son las dos caras de una misma moneda”.