¿Sabías que la humildad era su seña de identidad?

El P. Gago gozaba de una oratoria elocuente. Su predicación alcanzaba sin esfuerzo el fondo de los corazones. Y en lo periodístico, alcanzó hitos cuyo legado aún hoy perdura. Destrezas todas ellas merecedoras de honra, que sin embargo, él engalanaba con la virtud que las perfecciona: La humildad.

Cuando finalizó su desempeño como profesor de Deontología en la Facultad de Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid, una amiga cercana se hizo con una carta de homenaje que sus alumnos le habían dedicado. La insistencia de Mari Cruz Castuera – que así se llamaba – en leer aquella carta doblegó la voluntad del P. Gago que accedió a que la leyera con dos condiciones previas: Que a nadie desvelara su contenido, y que tras leerla la destruyera.

Tras leerla emocionada, aquella mujer le insistió en que la conservara, como recuerdo del agradecimiento de unos alumnos a los que había dejado huella. El P. Gago, queriendo evitar cualquier lastre que pudiera empujarle al alarde, le rogó que cumpliera la condición acordada, deseo que Mari Cruz consumó, destruyéndola. En otra ocasión el P. Gago escribiría: “Si algo bueno tienes, de Dios lo has recibido sin mérito ninguno que debas apropiarte” (Miniaturas 067)