El modo de actuar del Padre Gago en su día a día estaba cargado de gestos sencillos, amables y solidarios.
Su carta de presentación siempre fue el saludo atento y acogedor, la mirada compasiva y cargada de afecto, y una sonrisa tranquilizadora que precedía a la palabra amable para con toda persona sin distinción. La prudencia con la que se relacionaba con los demás y la delicadeza en el trato fueron las señas de identidad de este fraile dominico que no dejaba indiferente a nadie, por la huella que dejaba en el corazón ajeno.
No fueron necesarias grandes hazañas para distinguirse entre quienes se cruzaron en su camino. En las cosas sencillas de cada día se identificó. Un periodista señalaba que «El Padre Gago fue un referente de humanidad, de santidad cotidiana en su ser y en su hacer».
En cierta ocasión, el Padre Gago escribiría: «Estás puesto en el mundo para el gesto pequeño». (Miniaturas Inéditas 30)