La fórmula mágica del P. Gago para soportar sus grandes dolores era: “aguantina” y “pacientina” acompañadas con morfina y sobredosis de fe y confianza en Dios. Una monja dominica ha contado que, en una ocasión, el P. Gago le confesó: “pido a Dios que antes de morir me dé un cáncer como una casa”. Y su petición fue escuchada. Petición propia de un “santo” que quiere llegar a la Casa del Padre con su alma plenamente purificada.