La fe que Dios te ha dado
no la asientes en el testimonio de persona humana.
Es demasiado sublime y sobrenatural
para apoyarla en las espaldas de ningún hombre
por bueno que sea о que parezca.
El mundo de Dios sólo se apoya
en la veracidad de su propia Palabra.
Incluso el más justo cae fácilmente;
su testimonio es signo solamente
de su buena intención y de su esfuerzo.
Ningún hombre es el intérprete ajustado
o el soporte convertible de la Verdad de Dios.