Antes de que el dolor te clavara en la cruz,
antes de que la soledad te fijara en el madero,
antes de que la ingratitud
te subiera al Calvario,
JESÚS murió crucificado.
Antes de que saborearas la hiel de la tristeza,
antes de que la injusticia desfigurara tu inocencia,
antes de que el desprecio llagara tus espaldas,
JESÚS murió crucificado.
Antes de que la calumnia desfigurara tu rostro,
antes de que el desamor desangrara tu corazón,
antes, mucho antes,
JESÚS murió crucificado.
Desde entonces, todo,
hasta la impiedad, tiene sentido.