La misma raíz. La misma condición.
Idéntica sustancia de amor y pensamiento.
Un destino común.
La misma redención para todos los hombres…
Si lo fundamental nos une e identifica
en la fraternidad,
¿por qué la guerra infame, el odio, la pelea?
Que al decir «Padre nuestro»
se alcen nuestros brazos, el alma y la mirada
en favor de cualquiera,
pues que también es hombre.
