Dios dará a cada uno,
en la estación final,
según sus propias obras.
No basta decir «Señor, Señor»
Es preciso ajustar nuestras acciones
al mandamiento nuevo del amor,
a la sinceridad, a la honradez,
a la bondad y a la rectitud total.
Cuida el árbol de tu frondoso corazón,
pues sus frutos serán como su tronco,
como sus ramas y como su savia.
El árbol bueno da frutos buenos.
Por ellos nos conocerán.
Nos pagarán por ellos.