No podrás trasladar montes y riscos
porque tu fe no es tan siquiera
como el pequeño grano de mostaza.
Pero con un poquito menos
puedes lograr milagros cotidianos,
pues tus problemas tampoco son gigantes.
Hombres de poca fe: eso somos.
Si con tenacidad y confianza
pidiéramos a Dios
la ayuda que los hombres
no pueden aportarnos,
sabríamos, por experiencia propia,
que Dios está más cerca de nosotros
de lo que pensamos y creemos.
Nada para Dios es imposible.