Cuídate de ti mismo,
ocúpate de los tuyos,
pero no olvidemos
que más allá de nuestra casa,
viven otros hombres y mujeres,
hermanos nuestros,
en padecimientos y necesidades
que estamos obligados a mitigar.
Abramos nuestra inquietud
a tantos cuantos carecen
de lo más necesario y sustantivo,
como la supervivencia
y la dignidad de ser y de vivir
como personas.
Si no colaboramos,
no merecemos el nombre de hombre.
