Los sufrimientos de esta vida,
no son nada comparados
con la gloria a que estamos destinados.
¿Qué sentido tendrían, si no,
el dolor, la desdicha, el llanto?
¿Cabría mayor sevicia,
que suscitar el hambre
y el deseo de la felicidad,
y estrellar esas ansias en el absurdo,
en la nada, en el vacío?
Esta insatisfacción en que vivimos
nos invita a entender
que detrás y más allá de esta ansiedad,
se abre una puerta de luz que da sentido
a la vida presente, y la motiva.