Nunca el hombre se halla más indefenso
que cuando se le quiebra la salud.
Cualquier enfermedad, cualquier dolencia
derrumba el optimismo у la alegría.
El enfermo sospecha lo peor у se entristece.
Es entonces, especialmente entonces,
cuando hay que acompañar
con fiel perseverancia al que sufre.
¡Qué eficaz medicina es la presencia
del amigo leal; la compañía
del íntimo, del familiar, del compañero!
El apretón de mano, la mirada,
una leve palabra de esperanza
dejan la habitación
perfumada de ozono y aire puro.
«Estuve enfermo y me visitasteis».
