Aunque no encuentres
la gratitud que mereces
por el bien у la ayuda que tú prestas,
no desistas de hacer el bien.
Dios ya sabía
que olvidaríamos sus muchos beneficios
y no por ello deja de bendecirnos.
Así nosotros:
prestar sin reclamar, dar sin esperar respuesta,
ayudar sin pasar factura.
Hacer el bien es por sí mismo
la mejor recompensa a quien lo hace.
