Las cosas son para el hombre
no el hombre para las cosas.
Nada de cuanto tienes,
nada por lo que luchas
debe esclavizar tu mente y libertad.
Se puede ser esclavo
lo mismo de un pajarillo enjaulado
que de un barco de recreo.
Es el corazón el que se apega
y gira al son de lo que idolatramos.
Despréndete de vez en cuando
de aquello que encadena tu capricho.
Te sentirás más libre y más ligero.